Colgó el teléfono con rabia, tomó el maletín, y subió de inmediato a la oficina de su jefe. Pidió permiso para entrar, se sentó, y escuchó mansamente el histérico regaño antes de sacar el fierro y desarmarle el cerebro de un disparo. Esa fue la última vez que le gritó.
by Juan (Otro)
2 comentarios:
oh!
EL título me espeluznó un poco; más allá de eso, ¡que vivan los Juanes!
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