junio 04, 2009

La odisea

Hoy Atenea tiene que encarnar en cualquiera para dar consejo. Aquel día un perro sarnoso me ladró sin razón aparente; pero mi corazón oyó a la Diosa: “tócale las nalgas a esa chica”. Hoy me dicen “Violín de Devoto”, y, como buen griego, descubrí por experiencia que prefiero mullidos hombres.


2 comentarios:

Juan Desorden dijo...

Los dioses olímpicos, siempre con sus bromitas.

Anónimo dijo...

Claro porque en Devoto no había chicas para tocar

 


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