diciembre 17, 2012

Un susto


Alvarado clavó los frenos. No alcanzó. La chica voló, y aterrizó diez metroas más allá. A su lado, la bicicleta. La señora de Alvarado lo miró aterrada; él, aterrado también, miraba a la chica. Se tomó el pecho.
Para cuando la chica pudo decir que estaba bien, Alvarado estaba muerto.


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