octubre 25, 2008

Embuste

Tomó entre sus manos el tan inconseguible y tan preciado tesoro. La acariciaba, y mientras veía venir a su víctima preparó el engaño. No era su intención hacerlo, pero lamentablemente esa era su única opción.

Llegado el momento, llamó su atención, se subió y dijo la tan ensayada mentira:

-Noventa.


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